martes, diciembre 16, 2008

Obama y nuestra política pokemona.



How do you know what you can be?, if you can't see where you are going?
(Bad Religion, “The Lie”, 2002)



Es innegable que la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos ha sido un hecho histórico, no sólo para ese país, sino que también para todo el mundo. Básicamente porque este acontecimiento ha implicado la ruptura de una serie de paradigmas, que hasta el momento de la confirmación de los resultados de la elección, eran considerados unos axiomas intocables.
Por ejemplo, uno de estos axiomas tiene relación con la posibilidad de que un afroamericano fuera electo presidente de un país como Estados Unidos, siempre se dudó acerca de la posibilidad de que eso ocurriera, incluso en los momentos finales de la campaña, era un factor que muchos sectores conservadores (y porque no, reaccionarios) sacaban a colación como argumento para la no elección de Obama.
También la forma de hacer campaña generó dudas, rechazar el aporte fiscal (de alrededor de 80 millones de dólares) para su campaña, apostando a la recaudación privada y de la ciudadanía como principales sustentos, llevó a muchos a sospechar sobre la legitimidad del origen de estos fondos. Sin embargo, recaudó sumas históricas, gracias a aportes espontáneos de miles de ciudadanos.
Desarrolló una fuerte campaña de marketing, utilizando prácticamente todos los recursos comunicacionales disponibles (T.V., radio, prensa, Internet, teléfono, y alguno que se me quede en el tintero), pero además este marketing lo hizo acompañado de un fuerte contenido discursivo.
El discurso de Obama es atractivo en muchos sentidos, apela al cambio (¿les suena conocido?), pero no se queda sólo en la apelación, sino que además enuncia los cambios que haría, no habla mal de la políticos ni de la política, tampoco habla de una “política 2.0”; todo lo contrario, creo que Obama representa de manera fiel, clara y evidente, el cómo se debe traer de vuelta a la política, adaptada al siglo XXI, pero de ninguna manera una V2.0, sino que la misma pero con una enchulada.
Muchos de nuestros políticos, “jóvenes” y también varios veteranos, han tratado de sacar ejemplos, enseñanzas, y por supuesto, algún rédito de todo el fenómeno que se generó con el electo presidente estadounidense. Las estrategias de nuestros hábiles políticos pasaron desde ideas tan “geniales” como incluir en sus afiches de campaña para concejal una foto “abrazado” con Obama, o hacer una copia vil (en formato y colores) de los afiches del entonces candidato a presidente pero para la campaña de alcaldes. También aparecieron discursos de todos los ámbitos de nuestra política nacional, tratando de emular a Obama.
Pero lo triste de todo esto, es que, una vez más, nuestra política es incapaz de mirar más allá de lo evidente, nuestra política-marketing, sólo rescata temas de imagen, de impronta, pero nada de sustancia y discurso. Al igual que nuestros pintorescos pokemones, nuestros políticos parecen más preocupados de “parecer” que de ser, están más preocupados de alisarse el pelo (o encrespárselo dado cierto fenómeno mediático millonario y reciente), que de desarrollar ideas consistentes. Obama fue un ejemplo real de cambio y renovación, en imágenes e ideas, pero aquí tratan de mantener lo mismo, pero maquillado.
¿Qué queda entonces?, que nosotros, los ciudadanos, seamos capaces de rescatar las lecciones que nos dejó Obama, que tengamos un rol más activo como electorado, y exijamos cambios de verdad, una renovación de personas e ideas, pero en serio; es la única forma de poder dar el salto que buscamos, asumiendo un rol activo en exigir y proponer, solo asi podremos traer de vuelta a la política en serio.

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