lunes, julio 09, 2007

Un poco de cine clásico...


Esta primera dosis de Biaxina quiero enfocarla al cine, para algunos es una excusa para comer cabritas, para otros una via de escape, otro grupo importante (entre los que me incluyo) es un placer y un vicio, ya que cada película tiene algún elemento que conecta con el mundo real alguna vivencia, ilusión o dolor, y ver eso en una pantalla es...indescriptible.

Quisiera compartir con ustedes una película que vi hace algún tiempo, es una película que generó polémica desde el minuto en que comenzó a filmarse, y que fue estrenada con varios tijeretazos realizados por el estudio, lo que molestó a su director el mismísimo Orson Welles; estoy hablando de "Sed de Mal" (A Touch of Evil, 1958).

“Sed de Mal”, es una película que contiene muchos elementos de distintas vertientes, del cine y la literatura, destacándose la Novela Negra, traducida en cine como Film Noir, además de ciertos elementos de comedia y algo también de Shakespeare. El comienzo del film, con un plano secuencia larguísimo e impresionante, quizá uno de los elementos que más famosa hizo a la película fue esta parte; nos muestra a Miguel Vargas, importante funcionario del Gobierno y la policía Mexicana como testigo del asesinato del Señor Linnekar, importante inversionista Estadounidense, en un pueblo fronterizo entre México y Estados Unidos, todo con una sola cámara.

Sin embargo, este maravilloso trabajo de cámara, nos lleva a descubrir ciertos detalles, de dudoso contenido. Por ejemplo, los decorados, toda la franja fronteriza tiene el aspecto, hasta el olor, de las más típicas instalaciones de los grandes estudios hollywoodianos. Las interpretaciones, ya desde el comienzo, no resignan cierto tono enfático. Y muchas de las acciones orillan lo inverosímil.[1] ¿Cómo tomar el hecho de que la timorata Susan Vargas (Janet Leigh, quien dos años más tarde se convertiría en uno de los pocos agujeros de la extraordinaria Psicosis de Alfred Hitchcock) desvíe dócilmente su camino para seguir a los secuaces de Joe Grande, conocido mafioso de fronteras, hasta su guarida?
Pongámoslo así: la puesta en escena y los movimientos de cámara de Sed de mal fueron y siguen siendo inquietantes. Configuran una especie de ballet formal difícilmente resistible para el ojo. Pero los decorados y los diálogos no dejan de resultar ampulosos, enfáticos, altisonantes. Incluso la música y la fotografía se colocan muchas veces por encima de la acción, del tono dramático. El ballet, entonces, no está exento de los fuegos fatuos de un "gran espectáculo" que tiene algo que ver, pero no mucho, con las mejores tradiciones del cine. Esto no sepulta a Sed de mal, que bien podría ser considerada una buena, y muy original, combinación del policial de enigma con la comedia costumbrista (por las costumbres de frontera), pero le resta intensidad en cuanto drama. Y aquí peco un poco de exageración, pero casi la hiere de muerte en cuanto film noir. Porque un policial negro se presta para cualquier cosa menos para que uno no se lo tome demasiado en serio.
Pese a todo, hay elementos muy buenos que también nos sorprenden muchísimo, es el caso de que la habitual oscuridad y ambivalencia de los film noir no solo se representa en el sorprendente uso de luz y sombra, sino también en la localización geográfica misma, la ciudad de frontera, que sugiere en más de una ocasión la imposibilidad de definir la diferencia entre lo malo y lo bueno. Para el público norteamericano de la época (y gran parte del de hoy también) la ciudad que esta "al otro lado", "en el lado mexicano", representaba el mal, la corrupción. Por lo que no es sorprendente que Welles decidiera colocar al policía honesto del lado mexicano y al corrupto del norteamericano. Pero esto estaría demasiado sencillo así y, como todo típico film noir, al final cada lado de la frontera cuenta con sus criminales y sus héroes, y los héroes pueden también actuar contra la ley. La frontera geográfica se refleja en las personalidades de los personajes (la frontera psicológica entre el bien y el mal) como lo que es en realidad: una invención humana. Es decir, no es más fácil decir cuál "lado" o país es el bueno que saber si una persona es buena o mala. Este es un detalle interesantísimo, ya que tanto en la Novela Negra, como en los Film Noir, es la bien lograda psicología de los personajes, todos aparentemente normales, pero a quienes les han ocurrido (o le ocurren a lo largo de la trama) situaciones, a veces de dudosa veracidad, otras verosímiles, pero situaciones que marcan su conducta, reflexiones y actitudes, llama la atención la evolución y cambios psicológicos de algunos personajes, en particular Quinlan, que en un principio aparece como el paladín rebelde, pero eficiente, cuya obsesión por hacer justicia y de alguna manera honrar la muerte por asesinato de su mujer, lo lleva a ocupar métodos poco ortodoxos, y poco “justos”, para cazar a los criminales. Sin duda este elemento es muy típico en la novela negra, la marginalidad del detective, su línea de frontera en lo bueno y lo malo es muy delgada, se ve en Quinlan, en Vargas que aprovecha su condición de protegido por el gobierno para juntar las pruebas contra Quinlan, lo hemos visto en el Sherlock Holmes adicto al opio, en fin…
Otro detalle importante está dado ya no por la profusión sino por el tono, el acento y el idioma de los diálogos. A Vargas-Heston se lo supone mexicano, pero su español suena patéticamente anglosajón. El tío y los sobrinos Grande, todos ellos mexicanos, pronuncian bastante bien la lengua de Cervantes. Pero apenas mechan un par de vocablos hispanos cuando se dirigen a los yanquis (típico "Good afternoon, señorita" y otros), mientras que entre ellos... hablan en inglés.
Párrafo aparte merece Marlene Dietrich, una especie de madama y adivina a cuyo bolichito (este sí, muy bien escenificado) asiste Quinlan, a quien conoce desde los buenos viejos tiempos. Una sola mirada, la primera, le alcanza a Marlene para atravesar la cámara. Para saltar de la pantalla e instalarse allí, en ese territorio codiciado, esquivo, que no es exactamente la superficie del film ni la mente del espectador, sino la mezcla de ambos. La Dietrich, aporta la sensualidad, y el personaje un poco femme fatale, infaltable en la novela negra, sin duda esta alemana es de lo mejor de Sed de Mal. Una Película muy buena, entretenida, pero no es lo mejor de Welles, quizá tanto manoseo, de los estudios y de parte del director, le afectaron un poco, pero no deja de ser una buena película.







[1] Pese a que la verosimilitud, es parte importante en los film noir, aquí ocurre casi en lo ridículo en muchos aspectos. No es el caso de las novelas negras de Poe o Christie.

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